martes, 22 de marzo de 2011

Reflexiones sobre el nuevo marco sociotécnico (semana 1)

Una vez leídos los contenidos pertenecientes a la primera semana, donde hay numerosos argumentos sobre las ventajas de la tecnología digital en diversos sectores como el de la educación, me gustaría incluir un enfoque que desde hace años se viene expresando en torno a las reticencias sobre los avances tecnológicos. Quizá el tema de las nuevas tecnologías es uno de los que menos ha incluido un debate ético y moral y las voces que han aportado distintos puntos vista no han tenido tanto eco frente a las exitosas técnicas de marketing de las grandes empresas, dueñas de esas mismas tecnologías, y cuyo mensaje ha sido siempre obviamente a favor.

En la introducción al tema El nuevo marco tecno-social: técnicas y tecnologías coproductoras de un nuevo espacio sociotécnico se dice que ”hay procesos sociales y culturales que ya no pueden entenderse sin la participación decisiva de esas tecnologías”. Un ejemplo claro lo tenemos en el papel que han jugado –y están jugando- las nuevas tecnologías en las recientes revueltas en países árabes, que nos ha hecho sentir a algunos cierta vergüenza. Porque una masa enorme de personas que nos habían sido presentadas como ignorantes y radicales –excepto en Bahrein- han usado nuestros “juguetes” para organizar y hacer algo realmente importante. Internet y las redes sociales no parecían más que un “juguete” del primer mundo al servicio del entretenimiento y poco más. Pero los últimos acontecimientos nos han mostrado hasta donde pueden llegar las nuevas herramientas digitales en terrenos tan cerrados hasta hace bien poco como la comunicación. Sin embargo, la creencia de que la información o el mensaje que nosotros divulgamos a través de las nuevas tecnologías va a tener la misma repercusión que aquellas informaciones canalizadas a través de los grandes medios centralizados es posible que no sea más que una ilusión. Según Jerry Mander, una de las voces más destacadas entre los opositores a la tecnología desde los años 70, “las grandes empresas (…) utilizan Internet con una habilidad, un alcance y un poder como jamás lo haremos nosotros. Es una buena herramienta para nosotros, pero es mejor para ellos.” 

En su artículo Ciberciudadanía, Cultura y Bienes Públicos, D. José Francisco Álvarez habla de los cambios en las capacidades cognitivas que producen las tecnologías digitales, afirmando que incluso las amplían. A este respecto, puede ser interesante la reflexión de Nicholas Carr, que afirma que las redes sociales nos someten a una constante distracción y además que ese aspecto es inherente a las nuevas tecnologías. La capacidad de concentración disminuye a medida que pasamos las horas enfrascados en la vorágine de una nueva forma de comunicación. En este sentido va a ser un gran reto en los próximos años darle a las nuevas herramientas 2.0 el uso y el valor adecuado. Reconocer al mismo tiempo el valor de la inmediatez de Twitter y su capacidad de difusión, pero también su incapacidad para provocar una reflexión pausada. 

En su conferencia inaugural para el Curso Iberoamericano de Educación a Distancia D. José Francisco Álvarez dice que internet no es el futuro sino el presente. A lo que añade que incluso podría ser ya el pasado. Efectivamente, si enmarcamos esta frase en el ritmo de crecimiento y progreso de las tecnologías, internet sería ya algo incluso antiguo. Al menos según las reglas y los tiempos de la tecnología. Sin embargo, el hombre se rige por otros ritmos y normas. La selección natural ha tardado miles de años en seleccionar aquellos individuos que tuviesen el pulgar oponible o unos ojos con capacidad fotosensible, dejando atrás aquellos caracteres u órganos menos útiles para la supervivencia

Todo esto nos recuerda que la velocidad de progreso de la tecnología es infinitamente mayor que la propia capacidad humana de adaptación al medio. Por ello, a las innegables e innumerables ventajas de las nuevas tecnologías hemos de ser capaces de añadir un ideario ético y moral al tiempo que debemos conseguir mantener una cierta distancia sobre ellas que nos permita reflexionar sobre sus usos y consecuencias. El gran reto de la sociedad postdigital va a ser abordar e implantar los cambios que trae la tecnología digital en la estructura social al tiempo que devuelva al hombre a su medio. La sociedad del bienestar que tantos avances sociales nos ha traído desde el final de la II Guerra Mundial también ha conseguido desvincularnos de valores ancestrales y alejarnos de la tierra y el barro. La paradoja es que uno de esos avances tecnológicos es el que va a tener ahora la responsabilidad de devolvernos todo aquello que nos quitó la sociedad industrial.

http://cultura-abierta.blogspot.com/2011/02/semana-1-el-nuevo-marco-tecno-social.html

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